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Hace pocos días tuve una conversación muy interesante con uno de mis hijos sobre la sinceridad. Ya os podéis imaginar el detonante: nos había mentido.

La experiencia me dice que estos detonantes negativos pueden convertirse en excelentes oportunidades para educar, así que me puse en marcha rápidamente para intentarlo. Creo que hacerlo rápidamente es importante, porque necesitamos recordar muy bien lo que ha pasado y, sobre todo, cómo nos hemos sentido. Pero rápidamente no significa inmediatamente. Conviene dejar un tiempo para enfriar los primeros sentimientos tras descubrir la mentira. La oportunidad se aprovecha si se busca un momento idóneo para hablar: los dos tranquilos, con tiempo suficiente, sin prisas.


Le pedí que escribiera en un papel las ventajas que encontraba él en la mentira. Y le invité a pensar también en las desventajas. Entre las ventajas de mentir incluyó la de evitar una bronca, evitar que le obliguen a estudiar más, evitar que le castiguen sin salir con sus amigos... y la desventaja que indicó fue la de perder la confianza de sus padres si descubrían la mentira.

Otro día escribiré sobre cómo podemos ayudar a nuestros hijos a adquirir el hábito y la virtud de la sinceridad, pero hoy quiero compartir una reflexión que me surgió a raíz de esta conversación con mi hijo.

En el análisis que hizo sobre la mentira y sus desventajas, no había ninguna referencia a la sensación que le queda a uno tras decir una mentira; nada decía sobre la insatisfacción que produce la mentira en uno mismo. Y pensé que el motivo podía ser uno de estos dos:
  1. o no sintió insatisfacción al mentir, lo que indicaría que la conciencia quedó adormecida por la recompensa inmediata que le produjo la mentira.
  2. o sí sintió insatisfacción, pero no fue consciente de ello.
Concluí que lo que falta es una mayor capacidad de introspección y reflexión para analizar y comprender lo que siente con sus actos y las consecuencias de los mismos en los demás. 

El ser humano tiende a repetir los comportamientos que le producen satisfacción y tiende a evitar los comportamientos que le producen insatisfacción. Gracias a la capacidad de introspección y reflexión, la persona puede adquirir una mayor y más precisa conciencia de sus sentimientos; y al hacerse más consciente de ellos, obtiene dos ventajas:
  • descubrir sentimientos negativos donde aparentemente sólo había positivos (en el ejemplo de la mentira, el hecho de evitar un castigo produce una satisfacción inmediata y superficial que puede ocultar la insatisfacción más profunda que nos produce no haber sido capaces de decir la verdad, de no haber sido lo suficientemente valientes como para asumir las consecuencias de nuestros actos; será necesaria una reflexión más profunda para descubrir esa insatisfacción).
  • ante un sentimiento negativo del que se adquiere plena conciencia, conseguimos una motivación más fuerte para modificar el comportamiento que lo ha producido. Y todos sabemos que modificar hábitos exige un gran esfuerzo, por lo que la motivación para hacerlo es crítica a la hora de tener éxito; cuanto más fuerte sea, más probabilidades de lograr el cambio.
Al no tener fortalecida esta capacidad de introspección, el ser humano es menos libre y menos responsable de lo que podría ser y, por tanto, está más desvalido. 

Y entonces me viene a la cabeza la imagen de Pinocho y Pepito Grillo.

¿No estaremos educando una generación de "Pinochos", que necesitan a un Pepito Grillo a su lado para discernir el bien del mal y para recordarles las consecuencias de sus actos en él mismo y en los demás?

No olvidemos que Pinocho era una marioneta: al no tener la conciencia formada, estaba sometido a lo que otros quisieran hacer con él. Y todos sabemos el riesgo que supone para nuestros hijos ser marionetas.

Como padres, no podemos evadirnos de la responsabilidad de ayudar a nuestros "Pinochos" a convertirse en personas conscientes de sus actos, con autonomía y capacidad para dirigir sus vidas de manera libre y responsable.

Cuanto más pequeños sean, más manejaremos nosotros los "hilos", pero a medida que vayan creciendo, serán otros los que manejen sus "hilos" si no han aprendido a manejarlos ellos mismos de manera autónoma.


Tenemos que ayudarles a adquirir un hábito esencial, basado en una sencilla pauta: 

PARA antes de actuar

Piensa en lo que vas a hacer y por qué lo vas a hacer,
Analiza las consecuencias de tus actos en ti,
Reflexiona sobre las consecuencias de tus actos en los demás,
Anticipa cómo te sentirás después de actuar de una determinada manera.


Desde pequeños podemos acostumbrarles a pensar antes de actuar, a analizar las causas y las consecuencias de lo que ocurre a su alrededor. Las noticias de cada día nos dan mil excusas para acostumbrarles al análisis y la reflexión.

Poco a poco irán aprendiendo a no guiarse por instintos, sino por convicciones; a guiarse por lo que ellos quieren, no por lo que otros digan o hagan; a no dejarse llevar por las "modas", sino a poner de "moda" sus convicciones en su vida. A dejar de ser "Pinochos" y a convertirse en personas "de carne y hueso... y conciencia".

Y, como siempre os digo, en este blog intentaremos dar pistas para conseguirlo. Síguenos.

6 comentarios:

  1. Muy buena reflexión, Mónica. Estupenda pauta para niños y no tan niños.
    Besos y Feluz Navidad a todos!
    Almu

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    Respuestas
    1. Igualmente, Almu. Un beso muy fuerte para todos vosotros. Feliz Navidad y lo mejor para 2013. Gracias por leer y comentar.

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  2. Estupenda reflexión Mónica.

    Me ha gustado mucho la última parte donde expones la idea de Pinocho y Pepito Grillo. Como padre me ha hecho reflexionar y poner en alerta sobre cuanto debo estar detrás de mis hijos. Seguramente morderse la lengua, escuchar y aceptar errores a tiempo, cortará los hilos necesarios para ayudar a nuestros Pinochos a convertirse en personas libres y responsables.

    ¡Gracias y feliz año!

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    Respuestas
    1. Gracias, Alex. Me alegro de que te haya resultado útil. Un beso y Feliz año también para ti.

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  3. Aunque el título me ha recordado a la política... excelente post, de verdad. Conciso, bien enfocado y con la convivencia perfecta entre lo 'técnico' y lo pragmático.

    Con lo de 'actuar cuando todavía recuerdas cómo te has sentido'... me has ganado!!! . Tan obvio que se olvida.

    Me ayudarás a aplicar la frase "reflexiona antes de pensar".

    Enhorabuena!

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  4. Me alegro de que te haya resultado útil el post. Muchas gracias por molestarte en escribirlo y por ser tan generoso en tus valoraciones. Un abrazo, Mónica.

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