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"Estoy desesperado, mi hijo no me obedece"

Estoy desesperado, mi hijo no me obedece, es una de las quejas que más  pronuncian  muchos padres.

Pero a no ser que el niño padezca una enfermedad, deberíamos preguntarnos “¿No estaré ejerciendo mal mi autoridad?” en lugar de decir “Mi hijo es un desobediente” .

Aquí proponemos un trabajo de autoanálisis y reflexión a los padres para ver cómo andan de autoridad.
  • ¿Tengo que llegar a gritar?
  • ¿Repito las ordenes muchas veces?
  • ¿Pierdo los nervios, me desespero?
  • ¿No me escucha mi hijo, no estará sordo?
  • ¿Le ordeno muchas cosas a la vez?
  • ¿Cuánto más cansado estoy  menos me obedecen?
  • ¿Acompaño las  órdenes de pequeños o grandes sermones?
  • ¿Castigo, amenazo o chantajeo a mi hijo para que obedezca?
  • Si hago o me pasa algo de esto con mis hijos entonces tengo que revisar mi autoridad.

Pero antes de dar pautas para ejercer  correctamente  la autoridad y así tener hijos obedientes, reflexionemos sobre la obediencia y la relación con las distintas etapas evolutivas de nuestros hijos, mediante un símil visual, “un árbol”. Me encantan las imágenes –símil. Mi cerebro es de los que necesitan “ver” para entender las cosas. Espero que os ayude.

El árbol de la obediencia




Me imagino a cada uno de nuestros hijos, como un terreno virgen que hemos de sembrar. Sembrar de árboles que son “las virtudes”. Árboles que han de crecer fuertes y robustos y que incluso junten su ramas, pues todas las virtudes están relacionadas. Llegado un momento no sabremos distinguir dónde empieza una virtud y termina la otra. Esto es lo que se conoce como el “Principio de la unidad de las virtudes”. Si alguien adolece de una virtud fundamental, es fácil que también le falten otras y si es fuerte en una virtud también es probable que sea una persona virtuosa.

Los padres somos los sembradores de cada arbolito, de cada virtud, pero un día han de convertirse en todo un bosque, en un magnífico bosque de ramas entrelazadas que alimente y de cabida a otros seres.
Y este bosque ha de tener fuertes raíces y mantenerse ya sin nuestra ayuda, con la única ayuda del agua del subsuelo (su educación), el aire que les rodea (los demás) y los rayos del Sol, que los llenan de vida (Dios).

Veamos en concreto cómo es este árbol de la  virtud llamado “Obediencia”

Abonar y preparar el terreno (0-1año)


Durante los primeros años de vida, hemos de confortar y mostrar todo nuestro cariño a nuestros hijos. Trabajaremos la obediencia cuando son bebés, durante el primer año de vida, de una manera muy sencilla y natural. Estaremos empezando a hacer un niño obediente cuando al nacer lo cojamos en nuestros brazos y le miremos con ternura a los ojos, cuando el niño llore y le calmemos con prontitud, al sonreírle y arrullarle, al darle de comer porque tiene hambre, al abrigarle cuando tenga frío, jugando con él cuando necesite estimulación y juego, al besarlo y abrazarlo cuando necesite contacto y cercanía.

De esta forma, llegado el momento, el niño estará preparado para obedecer porque habrá confianza y se sentirá querido totalmente. La obediencia de un niño nace de la confianza en el amor de sus padres.

Es decir, el árbol de la Obediencia, necesitará para crecer un subsuelo lleno de confianza y amor.

Primeros Brotes (1-4 años)


Si bien antes incluso de los 12 meses los niños pueden empezar a hacer caso a ordenes muy sencillas, hasta que los niños no superen la famosa crisis de los 3 años , no se reconocerán como entes independientes de los demás y sólo entonces empezarán a comprender que están obedeciendo a otra voluntad diferente a la suya. Esto también está asociado al desarrollo del lenguaje y la comprensión de las ordenes. Recordemos que la palabra Obediente etimológicamente significa “el que escucha”.  Para escuchar hay que entender lo que se oye, no podrán obedecer si no comprenden la orden.

 Ahora bien, esto no impide que durante este periodo guiemos a nuestros hijos en lo que hacen o indiquemos qué no deben hacer, pues poco a poco irán aprendiendo. También es importante que durante la primera etapa de la infancia fijemos unas rutinas, orden y límites que nosotros como padres deberemos ser los responsables de que se cumplan. Esto dará seguridad a nuestro hijo.

Están despuntando los primeros brotes de nuestro “árbol” y hemos de mimarlos.

Rápido crecimiento de un fino y alto tronco (4-7 años)


La obediencia es una virtud que tiene un periodo sensitivo que va aproximadamente desde los 4 a los 7. Es decir, es el tiempo en que nuestro “Árbol de la Obediencia” crecerá rápidamente. En este momento es cuando los padres debemos estar más atentos para potenciar el aprendizaje de la obediencia. Quizás se necesite una guía, de esas que sujetan el árbol mientras el tronco es muy fino, pero si estamos ahí para guiarle siguiendo unas pautas básicas conseguiremos que sea obediente.

La guía ha de ser recta y estar bien sujeta porque si no de poco serviría e incluso podría ser contraproducente. Esta guía es el ejercicio correcto de nuestra autoridad.
Durante este periodo de su vida el  niño está preparado para aprender y aceptar la obediencia. Ahora comprende verdaderamente lo que es obedecer.

Aquí debemos educar para que los niños obedezcan desde la voluntad, han de obedecer porque quieren obedecer, no por miedo o sumisión. Fortalecer la voluntad de nuestros hijos es nuestra mayor empresa. Los padres hemos de hacer entender a los hijos que obedecer es bueno, que las normas y límites están puestas para el bien de cada uno de nosotros o para que podamos convivir en paz.

Les podemos poner el ejemplo de las señales de tráfico. Papá y Mamá ante una señal de STOP paran, obedecen la norma, para que nadie se haga daño. Han de comprender y sentir que como padres les ponemos unas normas y les damos ordenes porque les queremos y queremos lo mejor para ellos.

Ramificación (7-12 años)


En esta etapa  los niños viven plenamente la responsabilidad.

Tras abonar el terreno  y el rápido crecimiento del árbol de la obediencia, éste empezará a ramificar. Las ramas de la obediencia son  la responsabilidad. Es pues, a partir de los 7 años, que la obediencia empezará a convertirse más en responsabilidad si se han hecho bien las cosas en la etapa anterior, si se ha trabajado la obediencia desde la voluntad.

¡Qué momento más importante en la vida de un niño cuando su madre le deja cruzar solo la calle! El niño se siente feliz porque ha dado un paso hacia la libertad. La madre no le dejaría si no fuese suficientemente responsable.  Ya no hay que cruzar “de la manita de mamá”. Pues así, ganando confianza poco a poco nuestros hijos aprenderán a ser responsables y libres.

Fructificar


Y con el tiempo, llegará el momento de fructuficar. Y como todo árbol de este “Bosque de las Virtudes”, el árbol de la Obediencia dará unos frutos llamados libertad y felicidad. 

Allí donde todo padre quiere que llegue su hijo.

7 comentarios:

  1. Precioso y útil artículo, me ha gustado especialmente el símil del árbol y las virtudes. A mi me gustaría ver crecer un bosque en cada uno de mis hijos.

    Gracias y mucho ánimo para seguir escribiendo.

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    Respuestas
    1. Seguro que ya vislumbras esos preciosos "bosques". Da gusto tener la oportunidad de poder pasear entre vuestros árboles y poder contemplar cuán altos pueden crecer algunos. Esto nos anima a los demás a seguir esforzándonos cada día. Gracias Alejandro.

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  2. Me ha gustado mucho el tema de la obediencia y cómo lo tratas. Me encantaría que alguna vez no contases más cosas sobre la guía del árbol, la autoridad, que no autoritarismo ¿Cómo conseguimos esa autoridad?
    Gracias por el artículo

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Águeda por estar ahí y por tus palabras.
      En breve quiero publicar una guía práctica de pautas para ejercer corrrectamente la autoridad, como siempre, con la intención de ayudar en el dificil pero apasionante "arte de educar".

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  3. Carmen, qué alegría leerte por estos lares. A superar ciber-timideces y a enriquecernos con lo mucho que sabes. Me ha gustado mucho tu debut. La imagen del árbol es muy potente ;)

    Me encanta este blog... ¿Os lo había dicho ya?

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  4. Puff!!! qué útil cada palabra, pero.... que inútil me siento... He hecho el test del principio, y , claramente, he suspendido!!! Supongo que cada arbol es distinto, igual que lo es cada hijo, pero algunos no paran hasta que no han probado cómo sería crecer en torcido en vez de en recto!!! una y otra vez!!! Necesito un cuento para la PACIENCIA, y para tener fe en que esos intentos de crecer fuera de la "guía" son para luego, agarrarse más fuertemente a ella...Sé que el camino se hace paso a paso, pero...realmente me pregunto muchas veces cómo lo estoy andando...
    Gracias Carmen, sigo reflexionando...

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  5. Marian, me encantan tus palabras.Gracias.
    No has suspendido, ni hablar. Has sacado sobresaliente.
    Tu reflexión lo confirma. Como bien dices, cada uno de nuestros hijos es único y especial, y nosotros con nuestro amor y paciencia aprenderemos mientras lo vamos viviendo, mientras caminamos a su lado, cuál es la mejor guía para cada uno de ellos. Claro, no es tan fácil. Eso es lo maravilloso y divertido. Por supuesto hay que armarse de paciencia y nunca tirar la toalla, porque seguro, seguro que nuestro empeño por mejorar día a día como padres, dará su resultado en la mejora y felicidad de nuestros hijos.

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