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Hace unos días, a través de las redes sociales pude leer un artículo donde se recordaba una vieja investigación que dio pie a "La teoría de las ventanas rotas". La investigación la realizó la Universidad de Stanford en 1969. Si queréis más información, buscad en Google y encontraréis muchas referencias a ella. Yo os traigo un resumen de la misma:

Hoy quiero compartir con vosotros una idea que de vez en cuando ponemos en práctica en casa, a la hora de la cena.

Para nosotros, la cena es el único momento del día en el que estamos todos juntos y podemos hablar con algo de tranquilidad;  ya han pasado los trabajos, los colegios, los deberes, las duchas... y, por fin, estamos todos sentados en la mesa, compartiendo una rica cena -esto último, mérito de mi marido-.

Una vez, hace unos años ya, decidimos poner en marcha la ronda de "el mejor y el peor momento del día". Consiste en que cada uno tiene que pensar en su mejor y en su peor momento del día. Las reglas son sencillas:

¿Habéis volado alguna vez una cometa?
Es todo un arte, pero también tiene su técnica ¿verdad? Qué maravilla cuando conseguimos que la cometa vuele alta y se estabilice en una suave brisa o mediante piruetas sortee los envites del fuerte viento.

Se trata de  un juego de tira y afloja del fino pero resistente hilo que nos une a ella. Claro está, que hay cometas diseñadas para volar estables,  otras para realizar piruetas, las hay de distintas formas, colores y tamaños, de tipo parapente, tridimensionales, de 1, 2 o 4 hilos, y un sinfín de tipos más. Pero si queremos volarla correctamente hemos de saber cuál es la que está en nuestras manos. Hemos de educar de manera personalizada, conociendo y sabiendo potenciar y valorar las cualidades individuales de cada uno de nuestros hijos. También hemos de sentir cuando tirar y cuando soltar hilo.