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Hoy quiero compartir con vosotros una idea que de vez en cuando ponemos en práctica en casa, a la hora de la cena.

Para nosotros, la cena es el único momento del día en el que estamos todos juntos y podemos hablar con algo de tranquilidad;  ya han pasado los trabajos, los colegios, los deberes, las duchas... y, por fin, estamos todos sentados en la mesa, compartiendo una rica cena -esto último, mérito de mi marido-.

Una vez, hace unos años ya, decidimos poner en marcha la ronda de "el mejor y el peor momento del día". Consiste en que cada uno tiene que pensar en su mejor y en su peor momento del día. Las reglas son sencillas:

  • Empieza quien propone hacer la ronda y se sigue en orden (por edades, por posición en la mesa... que cada familia decida su preferencia), salvo que alguno pida cambio en su turno porque aún no sabe qué va a decir. 
  • Normalmente, quien lo propone lo hace porque ha vivido un momento muy bueno o muy malo y, lo más importante, porque quiere compartirlo con todos. Por eso empieza él. 
  • Una vez que alguien de la familia lo propone, se hace la ronda y nadie puede quedarse fuera de ella.
  • Todos escucharán con atención lo que cada uno cuente.
  • Es obligatorio decir lo mejor. A veces no resulta fácil encontrar el mejor momento (nuestro cerebro tiende a registrar lo negativo, como mecanismo ancestral de defensa ante los peligros, pero hay que entrenarlo para ver el lado bueno del día). 
  • Es obligatorio decir lo peor. A veces también resulta difícil encontrar el peor momento, porque ha sido un día estupendo (aunque esto es menos frecuente, por desgracia; nuestro cerebro y sus mecanismos ancestrales...). Pero también nos obligamos a encontrarlo. 
  • No se puede juzgar lo acertado o no de la elección de cada uno en cuanto a cuál ha sido su mejor y su peor momento, porque es lo que él ha sentido y eso hay que respetarlo. 
  • Está permitido y es recomendable indagar en las causas de por qué ha sido para él el mejor/peor momento, hablar sobre cómo habría podido evitar el peor momento, por ejemplo.

¿Y qué hemos aprendido durante estos años de rondas? Pues muchas cosas. Por ejemplo,

  • Se aprende a respetar lo que para otro ha sido el mejor o peor momento, pues no está permitido juzgar la elección de cada uno. 
  • Se pone en práctica la escucha activa, porque se potencia preguntar y ayudar a cada uno.
  • Hemos descubierto el principio de reciprocidad: cuando un miembro de la familia ha sido el protagonista de nuestro mejor momento (o de nuestro peor momento), a menudo nosotros somos el protagonista del mejor momento del otro (o de su peor momento).
  • Otras veces se da el principio de no reciprocidad. El mejor o peor momento que hemos sido nosotros para otro miembro de la familia nos había pasado desapercibido... interesante también...
  • Cuando te toca ser el protagonista del mejor o peor momento de otro miembro de la familia, te obligas a reflexionar sobre lo que has hecho; te haces consciente del impacto que has tenido en el otro y hasta qué punto ha sido importante para él. Y eso va creando hábitos de empatía y desarrolla la habilidad para anticipar las consecuencias de nuestros actos.
  • Nos produce alegría ser los protagonistas del mejor momento de otro miembro de la familia, y tomamos nota para tratar de repetir en el futuro. Y nos produce tristeza serlo del peor momento, claro, tomando nota para tratar de impedirlo en el futuro.
  • Los niños encuentran "su momento de protagonismo": un rato en el que ellos son quienes hablan y todos los demás escuchan. Tomándose el tiempo que necesite para pensar lo que va a decir y el tiempo que necesite para expresarlo.
  • En más de una ocasión hemos iniciado la ronda nosotros, los padres, porque notamos que uno de los niños tiene algo dentro; a veces, termina saliendo gracias a "la ronda". Otras veces no, claro... pero estamos dando facilidades para que salga y eso es bueno.
Bueno, espero que os resulte útil y si decidís probarlo algún día, contadnos en este blog cómo ha ido.

10 comentarios:

  1. Me encanta saber que tengo una prima que trata sus relaciones familiares desde este tipo de perspectivas.
    Tomo nota y reinventaré a mi manera.
    Al igual que hasta hora, seguiré leyéndote.
    Gracias Mónica!
    Besos a toda la familia.

    Nora

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    1. Muchas gracias, Nora. Me alegro muchísimo de leerte. Todo un honor tenerte entre los lectores del blog. Besos para todos vosotros también.

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  2. Otra prima aquí dándote apoyo y la enhorabuena... En casa alguna vez también lo hemos hecho, y hace que se vean las cosas con "otro color"... Un beso a todos,
    Almu

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  3. ¡Que idea mas extraordinaria¡ Me encata Mónica

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  4. Me parece muy útil. ¿Puedo añadir algo? Creo que puede haber un beneficio adicional. Al saber que tienen que hablar por la noche sobre sus momentos mejor y peor, tal vez, los pequeños (y los mayores) vivan durante el día más conscientes de lo que hacen en cada momento, en lugar de comportarse de forma irreflexiva o simplemente inconsciente. Todo ello sin excesivas angustias.

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    1. Totalmente de acuerdo. Sin angustias, pero con CONCIENCIA. Volvemos al Pepito Grillo... Gracias por enriquecer la experiencia. Besos.

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  5. Desde que empecé a utilizarlo con mis hijos hemos tenido un montón de conversaciones interesantes. Gracias por la idea y enhorabuena por el blog!!

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    1. Cómo me alegra leerlo, Beatriz. Gracias por compartirlo.

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