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Hace unos días, a través de las redes sociales pude leer un artículo donde se recordaba una vieja investigación que dio pie a "La teoría de las ventanas rotas". La investigación la realizó la Universidad de Stanford en 1969. Si queréis más información, buscad en Google y encontraréis muchas referencias a ella. Yo os traigo un resumen de la misma:

El experimento consistió en dejar dos coches abandonados idénticos en la calle. Uno se dejó en el Bronx (zona pobre y conflictiva de Nueva York en aquella época) y otro se dejó en Palo Alto (zona rica y tranquila de California).

El coche abandonado en el Bronx comenzó a ser víctima del vandalismo en pocas horas. Todo lo aprovechable, se lo llevaron; y lo que no, lo destruyeron. En cambio, el coche abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Pasada una semana, en la que el coche de Palo Alto continuaba intacto, se decidió romper una de sus ventanas. El resultado fue que se desató el mismo proceso vandálico que en el Bronx de Nueva York.

La conclusión es clara: una ventana rota en un coche abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, transmitiendo la idea de ausencia de ley, de normas. Cada nuevo ataque que sufre el coche, reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

Y la estrategia para prevenir el vandalismo, por tanto, es arreglar los problemas cuando aún son pequeños.

Llevando estas conclusiones al terreno de la familia, encuentro que es muy aplicable a muchas cosas. 

Teoría de las ventanas rotas y el orden


Por ejemplo, al orden. Si dejamos un libro tirado encima de la mesa, es mucho más probable que mañana haya un libro, un lápiz, un dibujo y alguna cosa más. Y al día siguiente la montaña será un poquito más alta... Hasta que llega un momento en el que no podemos más, y entonces hacemos un gran esfuerzo para ordenar. Nos quedamos encantados con el resultado y al menos durante unos días, el orden es notorio y se mantiene. Pero es fácil que la escalada del desorden vuelva a empezar si no aplicamos la "Teoría de las Ventanas Rotas". En el momento en que veamos el primer libro desordenado, actuemos. Porque ver ordenada la mesa nos hace más conscientes de cada elemento desordenado. Acumular desorden nos adormece la sensibilidad hacia el desorden. 
Rompamos el círculo vicioso del desorden, activando el círculo virtuoso del orden. Porque el orden llama al orden.

Teoría de las ventanas rotas y el buen trato


Otro ámbito en el que se me ocurre aplicar esta teoría es en el del trato entre los miembros de la familia. Si nos tratamos siempre con educación, con cariño y ternura, será difícil romper esa cadena virtuosa, pues nuestra sensibilidad hacia un mal trato será elevada. Si por el contrario son frecuentes los gritos, los malos tonos e incluso los insultos, nuestra sensibilidad se deteriora y el umbral de tolerancia hacia el mal trato aumenta, entrando en una escalada muy perjudicial para la convivencia en familia. Además, con mucha probabilidad, esta escalada se extienda al resto de ámbitos en los que nos relacionamos: trabajo, colegio, amistades... Corrijamos los pequeños malos tratos nada más producirse. Seamos rápidos e intransigentes. 
Rompamos el círculo vicioso del mal trato, activando el círculo virtuoso del buen trato. Porque el buen trato llama al buen trato.


¿A qué otros temas es aplicable esta teoría, además de al orden y al trato? Seguro que se os ocurren más temas. ¡¡Compartidlos!!



18 comentarios:

  1. Muy bueno Mónica, voy a empezar a practicarlo ahora mismo, en lo del orden.
    Yo también creo que ese relax o pereza para actuar al primer síntoma, o el no dar la justa importancia a esos primeros gallitos, puede desencadenar en un horror de convivencia. Y vale para todo en la vida, el orden, los malos modos, los hábitos alimenticios, de higiene, de estudio ... Uf, todo!

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    1. No he escrito gallitos, ha sido el corrector dichoso :/ quería decir fallitos

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    2. ¡Que buena idea Mónica! se puede aplicar "a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy"... me lo tendré que aplicar.

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    3. Bueno... los primeros "gallitos" de un adolescente también merecen un rápido tratamiento, je, je, je. Gracias por tu comentario.

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    4. Gracias, Carmen. Siempre ahí, da gusto...

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  2. Realmente la teoría es aplicable a casi cualquier cosa que no se quiera descuidar, pero como a mí siempre me tira eso del amor, yo lo aplicaría a no descuidar el amor por nuestra pareja ni por nuestros hijos y amigos, esas pequeñas o grandes ventanas rotas deben repararse cuanto antes y mantenerlas muy limpias y cuidadas.

    Gracias por esta excelente aportación Mónica.

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  3. Me quedo con tu reflexión, las formas son importantes, pero el fondo lo es más.
    He conocido mucho correcto que a la hora de la verdad nada de nada.

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    1. Las formas correctas creo que ayudan a la convivencia. Si son fingidas... no son tan correctas y contribuyen a deteriorar la convivencia. La forma debe ser reflejo del fondo. Si no, de poco sirve. Pero el fondo, sin formas, puede no ser percibido bien por quienes nos rodean. No pongamos barreras a un buen fondo. Gracias por comentar y enriquecer la reflexión.

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  4. Excelente post Mónica, me ha encantado. Un beso

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  5. Que buen post Mónica, y que gran verdad.
    Yo por ejemplo lo intento aplicar a la sonrisa (y no lo aplico a muchas cosas...todo hay que decirlo). La sonrisa , que no la risa o la carcajada, es un arma de "construcción" masiva. Lo tengo "matemáticamente" comprobado. En casa, en el trabajo, en una tienda, en una llamada a un servicio telefónico.... Es muy dificil que cuando sonries, el maleducado, el enfadado, el desairado, el fatalista, no cambien minimamente su semblante o su tono de voz. Alguno se resiste, si, pero son los menos.
    Y lo poquito que cuesta que? Más recurso anticrisis imposible...

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    1. Totalmente de acuerdo, Torde. Sonriamos más y el mundo será un poquito más amable. Es casi magia...
      Gracias por tu comentario. Un beso,

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  6. Me ha encantado. Como todos los anteriores.

    Yo también lo veo aplicable (esto de las "ventanas rotas") a algo que, ya queda englobado en lo que ha dicho Águeda ("no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy"), pero que dada la etapa de la vida en la que me encuentro yo ahora, quisiera resaltar, y es: el estudio. En el estudio, como en cualquier buen hábito, es imprescindible la constancia. Pues bien, si yo dejo todo para el minuto antes del examen, todo estará perdido, por supuesto suspenderé, y recuperar todo lo que no había hecho, será tarea no fácil. Pero, si por el contrario, tengo constancia en el trabajo diario, me esfuerzo e intento sacar de mi mismo lo mejor en todo momento y voy "pasito a pasito" sin detenerme, luego todo irá rodado, jugaré... ¡Con ventaja!

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    1. Cuando la pereza nos vence un día, al día siguiente vuelve a visitarnos, porque sabe que nos va a encontrar con las defensas debilitadas. Le va a costar cada vez menos hacerse con nuestra fuerza de voluntad.

      Y retomar el buen hábito de estudio es aún más costoso que ordenar tras varios días de desorden.
      Gracias, Miguel.

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  7. El del último comentario soy yo,

    Miguel Rodríguez Rey,

    que se me había olvidado ponerlo. Ah, y ya que estamos, muchísimas gracias a eFamiliaria por todo lo bueno que hace,

    ;)

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  8. Y no deberíamos olvidar, que no pasa nada porque alguna vez tengamos que pedir disculpas a nuestros hijos, si les hemos reprendido fuera de lugar o con un tono sobreactuado, porque hayamos tenido un mal día o hayamos perdido la perspectiva de que algún día tuvimos su edad

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  9. Admitir que nos hemos equivocado ante ellos es darles ejemplo de lo que esperamos de ellos cuando se equivocan. No nos debilita, sino todo lo contrario.

    El ejemplo no siempre es suficiente para que ellos actúen de determinada manera, pero sin nuestro ejemplo, las probabilidades de conseguirlo se reducen de manera drástica.

    Gracias por leernos y enriquecer este blog con tus comentarios.

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